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lunes, 18 de octubre de 2010

La chica más rock and roll

Jazz se mira al espejo y estudia a la mujer que se presenta, indiferente y sarcástica enfrente. Y luego se mira por dentro y recuerda a la adolescente alocada que guarda dentro, que ha tenido que esconder por una madurez acelerada. Se acaricia el pelo, pasando los dedos entre los cabellos y estirando los mechones hasta su cadera. Es liso, sencillo, natural, fresco, suave, castaño, calido, fuerte… como ella. Ojos verdes, pestañas retocadas con un negro carbón y una sombra de ojos suave. Repasa sus delicados labios con carmín rojo, para teñir copas y alguna boca hambrienta de amor “Es la chica más rock and roll”. Saca la lengua a su reflejo y sonríe, como su madre la suplicó que hiciera cuando se fue. Mueve sus caderitas al ritmo de sus tacones, con pasitos lentos, sensuales. Se coloca la falda. Respira. Se muerde el labio. Y sale al escenario.

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“-Mamá ¿A dónde vamos?

-Vamos a jugar a un juego Jazz, va a ser muy divertido, pero tienes que hacer todo lo que te digan ¿Vale? No vale hacer trampa.

-¡Me encantan los juegos!

-Escucha, cariño, yo me tengo que ir pero..

-No mami, ¡yo voy contigo!

-¡No! –Gritó, pero suavizo la voz, acaramelándola con dulzura- Quiero que sonrías cuando todos lloren, cuando todo vaya mal y sobretodo cuando me eches de meno, quiero que sonrías mi amor, por favor.

Y se fue, dejándola en aquel establecimiento. Pronto aprendió a bailar, a respetar las normas y a su señora a base de palizas y días sin comer, a las violaciones de los clientes, a no depender de nadie y a sonreír cuando el corazón llora. “

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Mucho público. Unas cuantas canciones bien bailadas, otros con copas de más, mal bebidas. Ella la tentación, ellos los tentados. Y vuelve a su camerino. Y otro día más con una libertad apresada. Y sigue esperando que nadie se encapriche y compre su alma. Aquel día que su madre la abandonó, aprendió a ser la más valiosa para que ningún hombre pudiera comprarla, en aquel mundo donde esas chicas tenían precio. En cualquier momento alguien podía comprarla y utilizarla como quisiera, ese era el precio de ser “una bailarina de bulevar”, la daban trabajo, un sueldo, casa y comida a cambio de su vida. Muchas ganas, pero no suficiente dinero para comprar a la estrella del espectáculo, a la chica más rock and roll.

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2 comentarios:

Marta. dijo...

Me encanta:)
Un beso

Marta. dijo...

Gracias. Te sigo guapa. Un besito:)