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sábado, 10 de julio de 2010

Loba

Ella no se dejaría utilizar más, no iba a llorar. Decidió salir a jugar un rato. Se vistió de alegría y recorrió la ciudad con sus preciosas piernas. La luna coronaba el cielo y los chicos la aullaban desde las esquinas mientras, segura de sí misma, entraba algún bar.

-El DNI
-Tengo dieciocho
-Necesito verificarlo -se aclaró su ronca voz.- o no puedes entrar, preciosa.
-Seguro que puedes hacer una escepción -susurró en el oido del gorila mientras, acariciándolo, se colaba en el bar.

Recorrió con la mirada el lugar y sonrió. Pobres tontos que esta noche la miraban con ojos de cachorrito y que caerian en su juego en el que ella disfrutaba y luego, ellos ya no existian. Pidió un whiski, dos, tres y algún que otro cigarro a chicos que se la acercaban. Pero aún era pronto y la loba quería bailar.
El primero, parecía un niño bueno; El segundo, un macarrilla; Y el tercero, un niñato. No, ella lo que necesitaba era un capullo, de los que hacen daño, de los que rompen corazones. Rió maliciosamente desde sus labios pintados de carmín rojo. Le había encontrado, al otro lado del local. Hablaron un poco, ella se hizo la interesante y él también intento hacer eso pero ella le tenía caladito. Se miraron y no hizo falta más para saber lo que los dos querían, ella se metió en el baño y el, detrás de ella. Cuando salieron él la propuso ir a su casa pensando que era una chica fácil y que podría aprovecharse más de la situación. Parecía la chica más bonita del lugar, frágil, reía hasta hacerlo enloquecer y sin dudar, se había metido en el baño con él. Pero ella era algo mas de lo que mostraba y le rechazó. La pidió el número y no se lo dio, simplemente ella ya tenía lo que estaba buscando. Sin embargo, algo de ese chico no le desagradaba. Sería sus ojos oscuros o su sonrisa, pero sabía que no sería la última vez que lo vería. Se puso a bailar de nuevo, sabiendo que unos ojos oscuros la miraban con interés.

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