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domingo, 10 de octubre de 2010

"No digas tonterías, claro que te quiero"

-¿Dónde estabas?
-Por ahí
-¿Por ahí? -dijo con una irónica sonrisa.

La empezaban a temblarlas rodillas, a sudar las manos y buscaba su mirada con inquietud, en busca de un gesto que la tranquilizara, como lo hacía antes.

-Eso he dicho
-Con ella ¿no?
-No -escupió y chasqueó la lengua.
-¡No me mientas! -gritó- dime la verdad..
-Pues sí, estaba con ella
-Vale
-¿En qué piensas?
-En nada -mintió mientras se mordía el labio con tal fuerza que la empezó a sangrar.
-Joder, oh, venga Lily otra vez no.
-¿Otra vez no? ¡Es que no lo ves! Ella nos está robando el tiempo que debería ser nuestro. Estoy empezando a dudar quien es tu novia, ¿ella o yo?
-Tú pero..
-¿Pero ella es tu amiga? Oh, joder.. llevamos juntos un año y ¿sabes porqué empezamos a salir? porque eramos mejores amigos, porque nos contabamos todo, porque a parte de besos había confianza. Ahora lo único que hacemos juntos es follar y nisiquiera pareces estar conmigo, estas con la mirada perdido, como si estuvieses en otra parte. ¿Te crees que no me e fijado? Ya no me quieres..

-No digas tonterías, claro que te quiero.

Ella escondió la cara entre sus manos y empezó a llorar, con las rodillas temblandola, y las lágrimas resbalando por sus finos dedos. Alberto la abrazó, rodeandola con los brazos delicadamente, temiendo la fragilidad del cuerpo de ella.

-Lily, ella es solo una amiga, si fuera algo más te lo contaría, me conoces.
-Ese es el problema, que ya no me cuentas nada -las palabras se le quebraban en los labios- ¿Como confio en ti?
-Lo siento, escucha, te quiero y no podría querer a otra -hizo una pausa- estos días he estado un poco agobiado con el trabajo y se que debería habertelo contado en vez de desahogarme con ella. Es una gran amiga, la he estado ayudando en unos problemas que tiene con su familia y ella a mi. Es una gran amiga, nada más.

Y dejó caer un beso en sus labios, uno pequeño, ligero y corto pero lleno de amor, de dulzura y cariño. Ella se derritió y se dejo abrazar y besar. Ya habían tenido suficientes peleas por hoy. Le quería tanto.
Alberto sonrió y volvió a besarla, esta vez con fuerza, con pasión, con el calor de sus cuerpos y el amor de su corazón. Pero mientras hacían el amor, en su cabeza aparecía la sonrisa de otra chica, de una gran amiga, de un prohibido amor.

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