Me repica el corazón por bulerías si me mira

Siempre he querido hacer poesía, que es bailar con las palabras, tocarlas, decirles algún piropo al oído para sonrojarlas, robarlas un beso y llevármelas a casa, y que así me regalasen un bonito verso de musa hambrienta. Pero más poesía sería tocar cada tecla de tu piano y que nunca digas no. Más poesía es contar en tu cielo constelaciones de lunares que esperan a las yemas de mis dedos para convertirse en cometas. Navegar por la curva de tu cintura y por el pasillo que hace el mapa de tu espalda sin miedo a naufragar, poesía es estar deseando encallar en tu sonrisa de pirata. Más poesía es ver, sentadita a tu lado las horas y las estaciones pasar, viviendo en una eterna primavera en la que el calor nos mata si nos separan menos de tres centímetros y nos congelamos a más de veintiocho. Poesía es oírte suspirar entre gritos, es reír entre besos, es que me dispares caricias y que no te pare ningún chaleco antibalas dispuesto a disfrazarme de chica dura. Es conocerte en todos los formatos, escribir con todas tus teclas y leerte con una mirada lo que archivas sin copias de seguridad. Poesía es verte vestido de héroe, o verte desnudo, o simplemente verte.

Sin embargo, yo no hago poesía, ni lo soy. Y tú tampoco.

Poesía es lo que hacemos juntos, poesía somos nosotros.