Hacía tiempo que no dolía. Dormía oculto, bajo un caparazón
de acero. Pero el dolor no dejaba de llamar a la puerta cariñosamente, invitando
a mi corazón a abrir. Le repetí mil veces que no se abre la puerta a extraños,
y menos a viejos conocidos que hacen daño, pero al fin y al cabo no le culpo
por tener curiosidad. Pero todos saben que la curiosidad, mato al gato. Y mis
siete vidas han dado de bruces contra el asfalto. Pero quién va a juzgarle, cansado,
haciendo de tripas, disfrazado, el corazón. Tragando y callando. Así que no me extrañó
demasiado cuando se abandonó al timbrazo, y sin dudar, abrió la puerta sin
espiar la mirilla. Y entró el dolor. Y saben que cuando entra, se expande y te
ahoga, por ello utilicé mis ojos de desagüe, y me pillaste con el mar colgando
de las pestañas. Me rendí, dejé volar palabras y sentimientos juntos y chocaron
como fuegos artificiales, cegando la vista y quemando la piel. Nunca quise necesitarte, no a ti. Pero, quizá,
si a tu hombro los días que llueve por dentro, o cuando me vestía de ilusiones
y proyectos a medias. O quizá palabras suaves cuando mis gritos enmudecieron a mi
coherencia. Es posible, que necesitase tus brazos como escudo. Pero no puedo
necesitarte, por que se que ese hombro, esas palabras y esos brazos no estarán
para mí. Solo orgullo, solo desprecio, solo falsa protección. Solo eso, sola.
4 comentarios:
te pintaron pajaritos en el aire..
Me encanta tu manera de escribir.
lovely
Esto es poesía del siglo XXI
"Así que no me extrañó demasiado cuando se abandonó al timbrazo, y sin dudar, abrió la puerta sin espiar la mirilla."
Magnífico, ojalá escribieras más
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