Cansada de correr, le gritó al viento un ¿por qué?, este le revolvió el pelo y le sopló en la cara con tristeza. Se dejo caer el césped y colocando los cascos en sus oídos, puso la música a todo volumen. Se pregunto porque si tenía tantos amigos, tan pocos eran capaz de comprenderla. Contados con los dedos de la mano y sobraban, los pocos que sabían que decirla, los pocos que le recordaban que era la vida y la daban motivos para seguirla. Aquellos que la decían una verdad hiriente en vez de una mentira dulce y los que la encaminaban fielmente. Por ello estaba allí, tirada en la colina, mirando al cielo encapotado, dejando que la lluvia y sus lágrimas se mezclaran, y con su canción favorita repiqueteando a todo volumen en sus sentidos. Demasiada mierda acumulada en tan pequeño corazón, demasiadas mentiras colándose en sus oídos, demasiado para una niña que jugaba a ser mayor. Deseaba ilusionada que la gente la entendiera y se acercara a ella, y simplemente la diera un abrazo de esos que hacen que se sequen las lagrimas y salga esa pequeña sonrisa que se escondio por miedo a sufrir.
"Hay gente que quiere millones de amigos, cuando tu solo para mi vales millones"
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