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jueves, 14 de enero de 2010

Alec.

Noche. Noche de miércoles. Noche de angustia y golpes. Noche de camino a casa. Noche de lluvia. Noche tan larga que parece que nunca va a acabar. Elia camina despacito por la acera, con una gasa pegada al pómulo y la sonrisa mas amarga. Cruza la última esquina hasta llegar a su bloque de pisos y lo encuentra apoyado en su entrada. La oscuridad lo cubre y Elia entrecierra los ojos para ver mejor. Chaqueta de cuero negra, unas Ray-Ban aviator y un Malboro en la boca.
-No acudiste a donde te pedí.
Lo mira indignada, su tono es fastidiado y la irrita aun más.
-¿Qué te ha pasado?
Esta vez lo dice intranquilo y acaricia la mejilla de la niña. Ella responde apartándole la mano.
-Mira, chaval, no conozco ni tu nombre ¿te crees que voy a quedarme más tiempo charlando contigo? Lo tienes crudo –dice y le guiña un ojo.
-Alec
-¿Qué?
-Así me llamo, pequeña.
-Pues bien por ti –hace un amago de abrir la puerta pero el brazo de él se lo impide- apártate imbecil.
-¿Cómo te llamas?
-Aparta.
-Responde y lo haré.
-Elia, y ahora desaparece de mi camino.
El se ríe dejando ver sus blancos dientes y se acerca aun más a la niñita.
-Aun me debes una cita, una explicacion y una recompensa, no lo he olvidado.
Elia se acerca aun más y deja sus labios a dos centímetros de los de Alec. Nota como el va descendiendo para que se choquen pero ella tiene una idea un poco mejor y después de unos segundos contempla desde dentro del portal como se retuerce.
-¿PERO QUE COÑO HACES? –Escupe mientras se agarra la entrepierna y se arquea- pronto nos veremos niñita, esto no acaba aquí.

Elia ríe satisfecha, mientras una parte de su mente revive su risa y el reflejo de sus ojos negros tras el cristal de las gafas de sol.

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