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sábado, 23 de enero de 2010

Sois mi rincon favorito de Madrid.


No era la primera vez que iba a esa gran ciudad. Los coches pasaban rápidos por la carretera, la gente parecía tener demasiada prisa para detenerse a mirar a los vagabundos que pedían ayuda, las parejas se besaban en medio de la acera, la gente cantaba por los parques, los flashes de las cámaras relampagueaban la ciudad, las innumerables luces de todos los colores alumbraban las vías y las risas inundaban las calles.
No era la primera vez que iba a esa ciudad, pero sigue siendo mi rincón favorito. Con el cosquilleo de los nervios y el temblor, no de frío, sino de ilusión. Miré a mí alrededor. Sus labios se curvaron enigmáticamente, sus ojos cobraron vida y un pequeño brillo les apareció en la mirada. Ellas. No son más que unas crías, unas niñas muy diferentes pero con muchas cosas en común, con una sonrisa con la capacidad de contagiar a la mía, con una manera de divertirse no muy común, sin importar lo que piensen los demás, personas increíbles, mis amigas. Con la alucinación de recorrer las calles de ese lugar y de hacernos mil fotografías para recordar. Para recordar Madrid.

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